Sergio Rulicki, especialista en comunicación no verbal, explicó qué «dijeron» con su gestualidad los aspirantes a la presidencia

Al entrar al escenario, Macri toma la iniciativa del saludo con palmadas sobre la espalda de Scioli, lo que constituye un gesto amistoso, pero también dominante. Al final, vuelve a realizar el mismo gesto como despedida, marcando que es él quien define los términos de la relación.

Desde el mismo comienzo, Macri y Scioli muestran una diferencia actitudinal básica, ya que el candidato de Cambiemos contesta al saludo de buenas noches de Marcelo Bonelli, mientras que Scioli no lo hace.

A nivel discursivo, el primer embate de Macri fue señalar la ausencia de Daniel Scioli en el debate anterior. Scioli lo acusó de encubrir un ajuste y la devaluación, y Macri se escudó retrucándole que tanto Scioli como el resto del kirchnerismo basan sus acusaciones en mentiras.

El principal componente que puede observarse sin recurrir a la observación repetida del video es la diferencia paralingüística: la dicción de Macri fue definitivamente más clara, y su ritmo de enunciación no tuvo pérdida de fluidez, mientras que Scioli perdió la fluidez en muchas ocasiones, hablando en forma entrecortada, haciendo también pausas más largas entre cada palabra, lo que representa una carga cognitiva mayor, es decir que Scioli tuvo que hacer un mayor esfuerzo mental que Macri para enunciar sus ideas, formular preguntas y responder.

Macri tuvo una mejor modulación de la entonación, con cambios más melódicos, mientras que Scioli se comió las eses, y tuvo varios furcios. Macri tuvo también un mejor timing, ya que terminaba sus frases justo cuando se le acababa el tiempo, mientras que los moderadores tuvieron que interrumpir a Scioli en varias ocasiones por pasarse del tiempo establecido.

Macri también sonrió más, mostrando mayor asertividad y mostrándose contento, más satisfecho de sí mismo, mientras que a Scioli se lo vio más nervioso, sobre todo mientras hablaba Macri o al enunciar sus preguntas. En varias ocasiones, mientras Macri preguntaba, a Scioli se lo vio con la boca abierta: o le faltaba el aire o debía reprimir su impulso de interrumpir.

A Macri se lo vio más descansado, mientras que Scioli transmitió un mayor agotamiento con sus párpados relajados y un tanto caídos.

En líneas generales, Macri estuvo mucho más distendido y bajo control. Se mostró firme, decisivo, contundente en sus preguntas, aunque no dio respuestas consistentes. Sin embargo, mostró fluidez y continuidad en su discurso. A nivel no verbal, lo que más evidenció fue un manejo de la ira, a través de una sonrisa bien entrenada, con gestos abiertos, oscilando entre una discursividad dirigida en primera persona a su contrincante, y una dirigida al votante. Logró hacer preguntas mucho más incisivas que su rival, y se lo notó mucho más informado y preparado para el debate. Mantuvo una gestualidad mucho más relajada que Scioli, y se lo vio cómodo, al punto en que, cuando hacían sus declaraciones finales, daba unos saltitos como los que Joe Navarro describe con el nombre de happy feet.

Scioli por su parte se mostró más atemorizado. Negó varias veces al afirmar, dio muestras de nerviosismo, de temor, y hasta de asco (puntualmente, cuando habló de las comisarías de la mujer).

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A nivel discursivo, en casi ninguna ocasión respondió a las preguntas que se le formularon (basta decir que en el bloque de niñez y educación terminó hablando de ARSAT e YPF), y evidenció una fuerte preocupación por desvincularse de la gestión actual (tanto de Cristina Fernández como de sus funcionarios), a tal punto que en ocasiones perdió el foco de los temas que se estaban tratando en el debate. Se lo vio mucho más tenso, trabándose al hablar, y hasta perdiendo el hilo de las ideas, e intenso en sus demostraciones afectivas: ira de mayor intensidad, miedo de mayor intensidad. En un par de ocasiones, incluso hizo una retirada del torso, por ejemplo, cuando se autoproclamó defensor de los trabajadores, lo cual podría leerse como un desapego respecto de lo que enuncia verbalmente. Otro gesto notable fue una especie de bostezo que realizó mientras hablaba Macri, como si tuviera que tomar una bocanada de aire.

Ambos ilustraron con sus manos, pero Scioli realizó numerosos señalamientos hacia cámara con el dedo índice, un gesto agresivo. Por otro lado, también intentó transmitir precisión, uniendo sus dedos índice y pulgar.

Scioli se acomodó la corbata en varias oportunidades, un gesto de acicalamiento que constituye una señal típica del incremento del estrés, muy común su comportamiento basal.

Ambos mostraron cejas elevadas y profundas arrugas en la frente, lo que constituye una postura defensiva, pero a Macri se lo vio controlando esta postura, volviendo a alisar su frente, mientras que en Scioli las cejas levantadas y las arrugas en su frente permanecieron durante más tiempo.

Finalmente, una observación que también puede destacarse es la frecuencia de pestañeo: Macri estuvo la mayor parte del tiempo dentro de los parámetros normales de una situación que no es vivida de manera estresante, cada tres o cuatro segundos, mientras que por momentos Scioli pestañeaba una vez cada segundo, una clara señal del incremento de su estrés.

Por último, durante el cierre, en el que subieron las mujeres de ambos al escenario, Karina Rabolini saludó primero a Macri y a su mujer antes que a su marido, y luego lo hizo con muy poca efusividad, mientras que Juliana Awada, por su parte, encaró primero que nada a Mauricio, y lo besó con más intensidad en la boca, casi como si lo felicitara por la victoria.

 

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