El Dr. Rulicki analizó el Primer Debate Obama-Rommey
Sergio Rulicki
Dr. en Comunicación Social, Universidad Austral
Lic. en Antropología, UBA.
www.comunicacionnoverbal.com

Análisis no verbal del primer debate Obama -Rommey
El análisis de la comunicación no verbal de los candidatos a la presidencia norteamericana, que tuvo lugar el miércoles 3 de octubre 2012, muestra como se encarna el aspecto emocional de la contienda política en sus protagonistas. En otras palabras, a través del significado de los gestos y las posturas de Obama y Rommey, podemos inferir cómo se sienten, tanto de manera genérica, como respecto a cada tema particular.

Se trata de una dimensión del discurso que ya ha demostrado una influencia decisiva en elecciones anteriores, como el famoso triunfo de Kennedy en el debate televisivo con Nixon (1960), que se ha dicho, inclinó definitivamente la elección a favor del primero. Los avances en el conocimiento del lenguaje corporal generados a partir de las numerosas investigaciones llevadas a cabo en las principales universidades de EE.UU. y otros países, han provocado que la comunicación no verbal se haya vuelto el foco de atención de analistas, asesores y candidatos.

Las diferentes formas en que se produce el apretón de manos se encuentran entre los temas de estudio de esta nueva ciencia. En el apretón de manos del saludo inicial entre Obama y Rommey, Obama está ubicado a la izquierda de Rommey, lo que resulta en un mejor posicionamiento corporal debido a que su mano izquierda quedó a la vista tomando a Rommey por el brazo, resultando en una imagen de Obama más dominante. El saludo hacia el público de Obama también resultó más dominante, dado que elevó el brazo más que Rommey. Otro detalle del inicio donde la ventaja resultó para Obama, tuvo lugar cuando ambos se dirigieron a tomar posición detrás de los correspondientes atriles. Rommey sacó subrepticiamente un papel con notas de su bolsillo. Pero ahí terminó la pulseada no verbal para Obama, el resto fue todo para Rommey.

Haciendo una comparación entre la CNV de ambos se observa lo siguiente. Desde la primera argumentación, Obama presentó una imagen de mayor vulnerabilidad: por ejemplo, Obama enfatizó muchos de sus dichos elevando las cejas en posición de tristeza, con el ángulo interno más elevado que el externo, mientras que Rommey lo hizo bajando las cejas, acto que constituye un gesto dominante, pues implica concentración y determinación. Obama habló con el rostro más perfilado que Rommey, quien miró de frente por más tiempo. El primer caso constituye un comportamiento de evitación, mientras que el segundo de proactividad.

La sonrisa constituye un arma de batalla no verbal que tiene una gran influencia en el modo en que los candidatos son decodificados por el público en términos de cualidades como confianza, amabilidad y optimismo. Obama no puso en escena esa actitud asertiva y conquistadora que lo caracteriza, sino que permaneció serio la mayor parte del tiempo, y solo sonrió en forma amplia un par de veces. Por su parte, Rommey sonrió mucho más. Cada vez que terminó de hablar produjo una sonrisa de asertividad, al mismo tiempo confiada y afiliativa, ya que estuvo acompañada con el ladeamineto de su cabeza, acto que estimula la idea de que se trata de una persona comprensiva, y por lo tanto, moderada.

Obama también presentó mayor frecuencia de balanceo corporal que Rommey, lo que implica mayor nerviosismo. Ambos mantuvieron las manos relajadas la mayor parte del tiempo, y realizaron ilustradores del discurso a través de los cuales graficaron sus ideas de manera muy profesional. Pero en líneas generales los movimientos de las manos de Rommey fueron más enérgicos, apareciendo de esta forma como alguien con mayor vitalidad. Además, mientras Obama escuchaba hablar a Rommey lo hizo con la cabeza gacha, mientras que cuando habló Obama, Rommey no dejó de monitorearlo.

En cuanto a la paralingüística, es decir, a las cualidades de la voz y la enunciación, el tono de voz de Obama fue más bajo que el Rommey, lo que lo hizo parecer cansado o entristecido. Rommey, en cambio, mantuvo un tono más agudo, que señaló excitación y entusiasmo, sin llegar a ser demasiado agudo, lo que lo hubiese hecho parecer temeroso.

Desde la perspectiva de la fluidez, pudo observarse que Obama produjo un mayor número de interjecciones y comienzos dubitativos, como si por momentos tartamudeara. En cuanto al estilo de enunciación y argumentación, Rommey utilizó en forma sistemática la estrategia de puntear y repetir los aspectos fundamentales que describen sus ideas de manera concisa, mientras que por momentos, Obama se extiendió demasiado en la explicación de su línea argumental, diluyendo la claridad programática de las ideas que presentó.

Una cuestión que no puede quedar fuera del análisis debido al poder que tiene en la persuasión inconsciente del público, es el uso del humor. Rommey comienza su intervención con un chiste sobre el aniversario de bodas del presidente, lo que lo colocó rápidamente en una posición más dominante, ya que quien consigue hacer reír a los demás adquiere por ello, aunque sea circunstancialmente, un estatus más elevado. Obama, en cambio, intentó más adelante un chiste sobre Donald Trump que resultó fallido. En humor quién ganó el debate también fue Rommey.

Lo que una persona hace por debajo de su cintura es considerado muy relevador. Esto se debe a que los movimientos de las piernas y los pies se encuentran más alejados del comportamiento consciente que los del rostro o las manos, a los cuales les prestamos mayor atención, pues son los que están normalmente más expuestos a la vista y el escrutinio ajeno. En varias oportunidades y por tiempos prolongados, Obama mantuvo una pierna flexionada, con el talón del pie correspondiente en el aire, lo que constituye un comportamiento de huida, mientras que Rommey tuvo todo el tiempo ambos pies sobre el suelo, lo que denota mayor seguridad y confort.

Siguiendo con el análisis del movimiento de los pies, en la alocución final pudo percibirse la oscilación hacia arriba y hacia debajo de los hombros de Rommey, producto del acto de hacer rebotar el cuerpo en los talones. Este gesto es llamado “happy feet”, dado que expresa excitación y entusiasmo, y es común verlo en los niños que están a punto de salir a jugar.

VIDEO ANALIZADO: